Este curso parte de una hipótesis provocadora pero necesaria: que ciertas expresiones de la teología evangélica, en diálogo con patrones culturales como el autoritarismo, el clientelismo y la verticalidad en el liderazgo, han contribuido —consciente o inconscientemente— a crear ambientes donde la corrupción no solo es tolerada, sino también legitimada desde argumentos religiosos.
Estas dinámicas se manifiestan tanto en el silencio público de las iglesias frente a hechos de corrupción, como en los consejos ofrecidos en privado, que justifican acomodos, favores o complicidades bajo ropajes piadosos o apelaciones a la prudencia pastoral.
El propósito del curso es analizar críticamente cómo la estructura, cultura y teología de las iglesias evangélicas en América Latina pueden ser factores que favorezcan o dificulten la ética, la transparencia y la rendición de cuentas. Al hacerlo, se busca no solo comprender el fenómeno, sino también contribuir a una reforma teológica y cultural que recupere el carácter profético y transformador del evangelio frente a los desafíos de la corrupción en nuestras sociedades.