Los estudios bíblicos siempre deberían estar en proceso de revisión. La vitalidad de la Palabra de Dios no consiste sólo en su naturaleza divina, sino también en la vitalidad de su interpretación. A pesar que muchos no parecen advertirlo lo suficiente, cualquier interpretación de la Biblia no es la misma Palabra de Dios, es un trabajo humano que debe de ser revisado por fidelidad a Dios y servicio al prójimo.
 
Algunas situaciones de vida han sido bastante controversiales en las últimas décadas. Una de ellas lo es el divorcio. Algunos lo han trivializado ignorando la urgencia de una pastoral basada en la Palabra de Dios. Otros, demonizan el divorcio, e incluso lo presentan como un atentado contra “la familia”. Lamentablemente las personas divorciadas, sus hijos y familiares en general, suelen alguna especie de maltrato desde los “púlpitos” en tanto se ve su situación como pecaminosa. Del mismo modo, su vida en las iglesias es situada como la de cristianos de segunda categoría, están en constante sospecha de su integridad o su capacidad ética para tratar, por ejemplo, temas como la del matrimonio, la crianza de los hijos, la integridad sexual, etc.
 
Pero, realmente ¿qué dicen los textos bíblicos sobre el divorcio? Es llamativo que haya un consenso tan grande sobre este tema y, sin embargo, hayan tan pocos estudios serios basados en los pasajes bíblicos que se refieren a este tema. Del mismo modo, se conocen muy pocos estudios pastorales que se dialoguen seriamente con la psicología, la sociología, la educación, y aún con la teología bíblicas. Las presiones eclesiales procedentes del status quo son muy fuertes. Así como se sospecha de la persona divorciada, se sospecha también de quien investiga sobre el tema. Las editoriales cristianas temen publicar investigaciones que no se encuadren a la opinión ya establecida, aún cuando se percibe que las Escrituras no son dogmáticas al respecto. Es que el divorcio sigue siendo tabú en las iglesias, pero Jesús nos sigue diciendo: “Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.
 
Un error común que se suele cometer al hablar del divorcio en las Escrituras es disociarlo de cómo se concebía el matrimonio. Otro tan común como el anterior es leer todos los textos que aluden al mismo en clave atemporal y legal. En este curso le prestaremos mucha atención al contexto, por lo que tendremos lecturas que nos ayuden a conocer más de las costumbres, creencias y prácticas diversas sobre la familia, el divorcio y el nuevo casamiento en tiempos bíblicos. Solo así podremos desarrollar una pastoral saludable para nuestro contexto. De allí también que trabajaremos un poco sobre las concepciones actuales del amor, la pareja, el ruptura de la pareja, la crianza de los hijos, las relaciones familiares, etc. Lo haremos en diálogo honesto, espiritual y académico con las Escrituras, pero sin perder de vista los aportes actuales sobre las relaciones familiares.
 
En este sentido, este curso es un enorme paso de amor y servicio. Estaremos enfocando el mismo en dos áreas: la del acompañamiento pastoral y la de la hermenéutica bíblica. Ambas están íntimamente relacionadas puesto que la realidad de la que formamos parte influye en la interpretación que hacemos de las Escrituras, y la interpretación bíblica que practiquemos influye en cómo entendemos el divorcio. Por el basto campo que abarca este tema, cuatro semanas nos quedarán cortos. Será importante el compromiso de leer la bibliografía sugerida en cada semana, así como también, tener el corazón y la mente abiertas para revisar concepciones, estudiar con métodos de interpretación bíblica actuales y pertinentes, así como también, para romper con prejuicios que podrían impedirnos “oír” perspectivas que, quizás, no habíamos considerado antes.